La Sociedad Filantrópica “Cristóbal Colón” nació a la historia al cumplirse el 4º Centenario del Descubrimiento de América. En España, nuestro ilustre Juan Zorrilla de San Martín pronunciaba su emotivo “Mensaje de América”; aquí, pueblo y autoridades exaltaban al audaz y afortunado navegante mientras que un grupo de damas y caballeros se reunían en una desinteresada y humanitaria tarea.
Es así que en la parte Sur de la ciudad –en el tranquilo barrio Reus al Sur- en la plaza que da frente a la Escuela Nacional de Artes y Oficios- se comenzó a repartir carne, pan, ropas y calzados a los no agraciados, que presurosos concurrieron a inscribirse en los registros de la Sociedad Filantrópica “Cristóbal Colón”.
Se formaron Comisiones y Subcomisiones integradas por conocidas personas de nuestra sociedad quienes trabajaron intensísimamente hasta altas horas de la madrugada, preparando las raciones que, al alborear el día 11, habrían de transformarse en los barracones que cubrían las 100 varas cuadradas del terreno limitado por las calles Isla de Flores, Minas, Magallanes y San Salvador, en pan de milagro para hombres, mujeres, ancianos y niños. Más de 40 peones trabajaron ininterrumpidamente, mientras los propios organizadores estaban en todas partes, haciendo esfuerzos sobrehumanos para apaciguar aquella multitud ansiosa de ser atendida.
Aquel grandioso espectáculo, nunca visto en nuestra ciudad estaba constituído por 200 vacas, 400 capones, 1.000 bolsas de porotos, 500 de arroz, 200 de galletas, 12.000 panes dispuestos para su distribución. Casi 6.000 familias, con un total de 20.000 personas, se beneficiaron durante estos tres días memorables (11,12 y 13 de octubre de 1892) del pródigo advenimiento de la nueva Sociedad. Era preciso haber visto el movimiento producido en los depósitos donde se hacían los donativos –dice un cronista de la época- para formarse idea del número de beneficiados que se retiraban con tan preciada carga, llorando de contentos muchos de ellos y bendiciendo a la vez a los corazones generosos que no se olvidaban del desvalido. Aquella fue al decir de la prensa escrita del momento, la verdadera fiesta de la Caridad.
El Coronel Don Ignacio Bazzano había sido el padre de la generosa iniciativa que así cristalizaba, gracias a la “ayuda de todos los hombres buenos de la república”. Eran horas difíciles para el país, especialmente para las clases humildes. Allí estuvieron también el Dr. Joaquín Canabal, el Dr. Juan Paullier, el Dr. Gregorio Rodríguez, Francisco Brunengo, Nicolás Chápores, Andrés Dubra y Seoana, Hilario Thevenet, Ricardo Estevan, Francisco Barbagelata, entre otros. Contó, en el transcurso del tiempo, con la general y amplia colaboración que sin pre-conceptos de ninguna índole, llegó a obtener la Sociedad, no solamente desde el punto de vista de los aportes recibidos, sino también por la participación que tuvieran las personalidades que pertenecientes a todas las ideas filosóficas y filiaciones políticas, por ellas desfilaron. Marcando las características exclusivas de la Sociedad liberal que es hoy.